Muchos de los “grandes oligarcas” que hoy son perseguidos y asediados por la “justicia revolucionaria” fueron los que en primera instancia dieron el apoyo económico necesario para que el actual presidente llegara al poder. El carisma, su particular forma de ser y expresarse y una intensa batería de programas sociales (bien o mal implementados) le permitieron cautivar a la mayoría del país, una Venezuela trabajadora y en donde todavía reina la desigualdad social. Con el pasar de los años y con las muestras fehacientes de estar encaminados hacia un sistema que dista mucho de las convicciones democráticas del pueblo venezolano, con unos niveles de ineficiencia y corrupción que se han convertido en inaceptables, esa mayoría se ha venido debilitando y diluyendo en números maquillados y en la pérdida continua de espacios de poder.
Por esta razón, en la misma cadena donde se anunció la expropiación de algunos desarrollos habitacionales, unos segundos antes, el presidente hablaba de ir “a la conquista de la clase media”. Hugo Chávez comprendió que ha ido debilitando y perjudicando a un sector intermedio de la sociedad que se preocupa más por emprender y trabajar, que por las continuas y mayoritariamente estériles contiendas políticas, pero que es de vital importancia cautivar para las venideras elecciones presidenciales.
Ahora bien, su estrategia comienza con un paso que a las primeras de cambio parece haber sido en falso: expropia algunas urbanizaciones donde precisamente la clase media ha invertido sus ahorros con la finalidad de ir surgiendo y mejorar (aunque suene duro y a veces imposible creerlo, en Venezuela) su calidad de vida. El presidente sabe que las expropiaciones no son bien vistas por los venezolanos, pero también sabe que nuestra apatía no nos permite darle la importancia que merecen este tipo de acciones, de tal forma que él continúa en su senda expropiadora y nosotros en nuestro estado pasivo, de asombro y negación: “no vale, ¡qué va!, eso no me va a tocar a mí”.
Me cuesta creer que un presidente que vive de elecciones y de cautivar electores lance una estrategia como ésta para “enamorar a la clase media”, por lo que creo que detrás de esas expropiaciones hay algo más, un toque técnico que le permita darle la vuelta y hacer que los que hoy son afectados, mañana pasen a ser beneficiados. Así pues, creo que el presidente apostará a decir que estas personas “ya han pagado un precio justo” por sus viviendas y procederá a entregárselas sin que tengan que pagar un bolívar más (fuerte o débil), valiéndose de la “eficiencia revolucionaria” para completar algunos de esos proyectos que aún están a medio construir.
Estoy convencido que la moral de esos venezolanos que pusieron ahí sus ahorros y el fruto de sus esfuerzos, no es sobornable. Algún día estaremos en la capacidad de contar con gobernantes que se dediquen a “construir sobre lo construido”, pero no vendrán solos, serán la consecuencia de nuestro trabajo constante por hacer de nuestro país, uno de ciudadanos y no de simples habitantes.
RBR
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