Después de más de 5 meses sin escribir, retomo esta pasión / disciplina que voluntariamente había dejado a un lado. A diferencia de los grandes escritores o de aquellos que lo hacen con fines comerciales, lo que comparto con ustedes son reflexiones muy personales de cómo veo el país y la sociedad que en conjunto construimos (o destruimos) y creo que pasé un largo periodo con los lentes empañados y la visión nublada. No creo que el panorama haya cambiado mucho desde ese entonces, pero descubrí que compartir con ustedes me hace renovar mi fe por este país.
Con mucho descaro y luego de 5 meses de ausencia, me permito compartir nuevamente mi artículo de esta semana. espero puedan leerlo y compartirlo.
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Generalmente, cuando una persona muere intentamos inventariar su trascendencia listando algunas cosas que solemos llamar "legado". Muchos hablamos de las obras y otros tantos empiezan a mitificar al que ya no está, confiriéndole algunas cualidades místicas que pocos conocieron, pero que le dan un toque personal al recuerdo que cada uno de nosotros guarda sobre un ser en particular.
En este sentido, sobre el legado del difunto Presidente Chávez se ha hablado hasta el cansancio y en concordancia con su estilo será algo de lo que se hablará mucho y por mucho tiempo más. Quienes siempre lo adversamos coincidimos en algunos puntos (disculpen los extremistas que no se sientan incluidos): nos hizo voltear la cara a los más necesitados y sumar a nuestro discurso un componente social como pieza fundamental para poder ser escuchados; también diremos que nos dejó un país con la soberanía y la dignidad endeudadas, un historial de muertes propio de una guerra y un sucesor que parece sacado de un circo, una caja de cereal o el lugar más insólito que su imaginación le permita recrear.
Para los seguidores del difunto Presidente, hablar sobre el legado que dejó su comandante eterno es considerablemente más sencillo. ¡Chávez nos dejó una Patria! Así, a secas. Ideal para que usted le ponga el apellido que quiera, la bandera que le guste y sobre todo, para que sus ineficientes sucesores la utilicen como excusa para disimular cualquier insolencia que se les ocurra.
Ahora bien, que a usted no le alcance el sueldo para hacer mercado, que maten a uno de sus familiares por quitarle un par de zapatos, que le roben el pelo mientras camina por alguna calle del país, que la inflación se perfile por encima de 35% al cierre del año, que saquen diputados de la Asamblea Nacional, que le toque presenciar como en cadena de radio y televisión unos diputados profesan su repudio a la diversidad sexual como si se tratase de una enfermedad, que lo tengan que evacuar porque a PDVSA no le funcionan los pararrayos o que sea uno de los desafortunados habitantes de los 14 estados donde hubo un apagón generalizado; es tan sólo una parte de lo que se debe calar por estar en esta tierra prometida, en esta Patria que el comandante eterno nos dejó como legado. Y fíjese usted, más allá de lo que hubiera imaginado cualquier fanático de la ciencia ficción, estas calamidades nos tocan a todos por igual, seamos o no seguidores del difunto presidente. ¡Qué raro que no usó sus poderes míticos para hacernos pasar estas torturas sólo a quienes lo adversamos! Creo que fue la única vez que se comportó como un legítimo socialista.
Al mejor estilo de libro de autoayuda le recomiendo que respire profundo, cuente hasta 10 y se diga a usted mismo: ¡no sólo de pan vive el hombre! Hay algunos afortunados que vivimos de Patria.
RBR
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