El domingo 1ro de julio arrancó formalmente la campaña presidencial en Venezuela. 7 candidatos en una elección que se centrará en tan solo 2 de ellos, quienes polarizan casi la totalidad de la intención de voto. Un candidato que recorre las calles sin descanso, brindando un mensaje de esperanza y progreso; otro que aspira a la reelección para concretar 20 años en la silla presidencial.
En los últimos 14 años hemos visto que a Chávez lo acompaña una maquinaria propagandística digna de envidiar. Se comenta con frecuencia que los fondos públicos son utilizados para empapelar el país con la imagen del candidato oficialista, de resultar falsa esta afirmación, queda la duda de cómo financiar una campaña gráfica tan agresiva como las que producen. En los antiguos procesos electorales, toda esta propaganda iba acompañada de actos de masas de un candidato enérgico, que recorría las calles y hacía saber que esa imagen repetida en el país, correspondía a una persona de carne y hueso. No había espacio para la duda en ese sentido.
Años más tarde y con un panorama incierto sobre su estado de salud, ese personaje que inunda las calles del territorio nacional con una imagen que dista mucho de parecerse a su semblante actual, decide sumergirse nuevamente en una campaña electoral. Esta vez, la fuerza estará en los afiches y vallas, porque poco se le ha visto en estas 2 semanas y poco se le verá en lo que resta de campaña, a juzgar por sus propios comentarios donde argumentaba que tenía mucho trabajo y que no recorrería el país porque ya toda Venezuela lo conoce.
En el país se le empieza a conocer como "El candidato del afiche", porque solo en afiches podrán verlo la mayoría de sus seguidores. El motivo: puede tratarse de un tema de salud, aunque en repetidas oportunidades él mismo ha dicho que se encuentra totalmente sano; pudiéramos suponer que se trata de un candidato que está agobiado con sus funciones presidenciales, entonces deberíamos preguntarnos ¿por qué no se separó de sus funciones? Así como lo hizo Henrique Capriles en la gobernación de Miranda. ¿Será por falta de confianza en su entorno? ¿Será por temor de enfrentarse con la gente a la que tanto le ha fallado en estos 14 años? O simplemente, ¿será que su soberbia no le permite ver que perdió una parte importante de su base consolidada y que debe salir a rescatarla si pretende ganar el 7 de octubre?
La campaña apenas comienza y se pone más interesante cada día. Un candidato en la calle, sudando cada voto y otro en afiches, recurriendo a esa gran masa electoral que lo ha mantenido durante 14 años en el poder.
RBR
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