viernes, 11 de junio de 2010

La influencia de los jóvenes

En un país donde el 60% de la población, según el INE, es menor de 30 años, conviene y resulta lógico hacerse una pregunta: ¿cuál es la influencia de los jóvenes en la sociedad venezolana? 

Probablemente, un par de años atrás las distintas respuestas coincidirían en que sencillamente era nula e imperceptible, pero a partir de 2007, dudo mucho que una generación con más del 75% de aprobación pueda generar las mismas respuestas e impresiones de antes. Sin duda alguna lo que hemos logrado como generación, trasciende revoluciones y contra revoluciones, hemos logrado inspirar en la mayoría de los venezolanos ese sentimiento indescriptible de sentirnos dueños de este país, de querer echar raíces en él, de pensar que frente a las adversidades hay siempre oportunidades de hacerlo mejor, de salir adelante; logramos materializar la conciencia democrática en altos niveles de participación electoral (aunque no suficientemente, la abstención sigue siendo la asignatura pendiente de todos los demócratas), hemos traído nuevamente a la mesa el debate y lo hemos engrandecido, decidimos cambiar la política con ese sueño compartido que tenemos muchos y por el que trabajamos a diario: llenar la política y a los políticos de valores. 

Todo lo antes dicho me da la seguridad de que cuando en cualquier lugar del mundo se escucha la palabra JOVEN, una de las principales, o ¿por qué no?, la principal referencia somos precisamente los jóvenes venezolanos, esos que decidimos escribir nuestra historia en presente y futuro. Ahora bien, cuando nuestra aceptación dentro de la sociedad apunta hacia una lógica influencia en la misma y cuando ya hemos demostrado estar a la altura de compromisos de alta envergadura, se ha dado un debate en el que para muchas personas sencillamente no estamos en el momento de ejercer funciones públicas y en el que otras tantas quisieran que tuviéramos un par de años más para que alguno de nosotros se postulase a Presidente de la República, pero entre esos extremos, la gran mayoría de nosotros decidimos buscar los matices y optar por una posición un poco más centrada: formarnos y prepararnos para no volver a ofrecer propuestas oxidadas y desgastadas, para pasar de la burda improvisación a la planificación y organización que nos encaminen hacia el progreso, hacia esa Venezuela de derechos y libertades respetadas que nos imaginamos. 

Hago esta reflexión en un momento histórico que resulta particularmente importante, El Bicentenario. Hace 200 años un grupo de líderes soñaron con una Venezuela libre, 200 años más tarde la juventud venezolana lucha incansablemente por darle continuidad a ese sueño e ir más allá: hacerlo una realidad al alcance de todos. Los jóvenes afrontamos un reto crucial de cara a este Bicentenario: ser los propulsores de una democracia sólidamente constituida que permita generar un clima de estabilidad política en el país. En la juventud reside la gran responsabilidad de promover en Venezuela el entendimiento y el diálogo, factores fundamentales para la conducción del país.

RBR

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