El 25 de abril fue un día donde en Venezuela triunfó la democracia. Un día donde ciento de miles de venezolanos apostaron por la participación y la institución del voto para expresar sus más sinceros sentimientos de querer una transformación en la forma de hacer política. Muchísimas personas, más de las que se esperaban, asistieron a sus centros de votación y a pesar de las colas ejercieron su legítimo derecho a elegir, no a unos candidatos cualquiera, no a los menos malos, pudieron elegir a los mejores.
Las elecciones primarias nos abrieron los ojos hacia una nueva forma mucho más participativa y democrática de elegir a nuestros representantes, una en donde las voces de miles, como debe ser, tienen mucha más fuerza que las voces de unos 2 o 3 que deciden candidatos como si de barajitas de un álbum se tratara. Estas elecciones nos dejaron grandes lecciones a todos: a los que las propusimos nos dio a entender que el trabajo que se debe hacer es enorme y que debemos afinar la propuesta para hacerla lo más organizada posible; a los que la adversaron les quedó el amargo sabor de la participación, ese fantasma al que le temen los promotores de la imposición y finalmente, a quienes participaron les permitió refundar sus esperanzas en una Venezuela donde su voz es tomada en cuenta en decisiones tan importantes.
Sin embargo, fue el día después de estas elecciones cuando logré entender que el equipo con el cual trabajé y del cual me siento profundamente orgulloso, no fue el de la opción que resultó electa en el Circuito 2 del Estado Miranda, pero al escuchar las siguientes palabras: “Yo no vine acá por un cargo, yo vine a luchar por la transformación de Venezuela y ese sentimiento no vence ni hoy ni mañana. Vence el día que lo logremos, y lo vamos a lograr.” dichas por nuestro candidato, Carlos Vecchio, sentí que todo el corazón y el trabajo que le pusimos a estas elecciones, sencillamente no resultó en vano. Somos muchos los que seguimos comprometidos a lograr nuestro objetivo, somos muchos los que cada vez más hallamos en la política un espacio de construcción y respeto de ideas, contrario a lo que se pensaba en otros tiempos. Somos muchos los que hoy ofrecemos nuestro trabajo sincero y comprometido a todo aquel que lo necesite de cara a la campaña del 26 de septiembre.
Somos muchos, los que hoy entendimos que el tiempo de trabajar por un mejor país no expira con una derrota electoral, que siempre, indistintamente a lo que se nos tiene acostumbrados a pensar en todos esos procesos, el día después sale el sol normalmente y nos conseguimos con la misma Venezuela sedienta de liderazgo. Somos muchos los que hoy en coro repetimos esa frase de un poeta, Luis De Oteyza, al que he descubierto a través de sus hijos y nietos. “Volveremos vencedores”.
RBR.
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