domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Y cayó el muro!

Un 9 de noviembre, hace 20 años, cayó el Muro de Berlín, una obra inhumana que dividió a un país de hermanos por ideologías políticas. La constante lucha pacífica, el darse cuenta de lo que estaban viviendo y de la inexorable realidad que les esperaba, motivó a los ciudadanos de la Alemania Oriental a manifestar su descontento en las calles, fueron decenas de miles los que empezaron a salir. En sus mentes, un objetivo claro: derrumbar el muro y todo lo que éste implicaba. Mucho gas del bueno, detenciones, persecuciones, represiones, pero sobre todo, mucha resistencia y convicción, el resultado: el poder cedió ¡Y cayó el muro! 




Impresionante sin duda alguna la historia de la caída del muro de Berlín. Hoy celebran con mucho orgullo sus 20 años de libertad, una libertad joven pero muy madura. 

Sin embargo, hace aproximadamente 10 años se empezó a construir otro muro, esta vez en América Latina. Donde un hombre que llegó vendiéndonos un sueño de una Venezuela posible, un país de justicia e igualdad, una nación de progreso y hermandad, se contradice una y otra vez develando así su única estrategia: Instaurar una dictadura disfrazada de democracia (participativa y protagónica). Lleva 10 años construyendo un muro, empezó colocando una piedra fundacional bastante sólida, se trata de la división de clases sociales: ricos a un lado del muro y pobres al otro, prosiguió con varios bloques de odio, ha ido pegando todo con ayuda de mano de obra extranjera a la cual le paga con el dinero de todos sus ciudadanos, fortaleció su lado del muro con armamento militar algo con lo que cree será invencible, sigue poniendo bloques de inseguridad y pinta de rojo las paredes del muro con la sangre de aquellos que se resisten a pensar como él. Le puso rejas a la libertad de muchos que disienten, y ha venido legalizando esa construcción con el apoyo de muchas personas que sin saberlo, o por qué no, totalmente consciente de lo que hacen son prisioneros de un pensamiento único. Cuando creía que estaba casi listo puso un bloque que se tenía bien guardado: el atentado sistemático a la libertad de expresión, con ese último pretendía cerrar el muro, pero muy a su pesar, se equivocó en el cálculo. Aunque logró colocarlo, a la fuerza, ese bloque descuadró la estructura y hoy la tiene muy afectada, tanto así que se abrieron grietas en la pared, tan grandes, que entre ellas muchos ciudadanos se han vuelto a ver, muchos hermanos se han vuelto a abrazar, muchos desconocidos han empezado a hablar y muchos jóvenes hemos empezado a sembrar las semillas de esperanza. 

Ya es cuestión de tiempo para que el muro se derrumbe, las grietas le están haciendo mucho daño y eso se ve a diario. Ya sueño, como joven, pero sobre todo como venezolano como será la caída de ese muro, como será el abrazo fraternal que nos unirá nuevamente a los venezolanos. Ya sueño como lo sueñan muchos perseguidos y presos, como será la celebración de nuestro primer día de libertad. 

No quitemos nuestra vista del muro y cada vez que estemos frente a él vamos a empujarlo con mucha fuerza y unidos, sólo así lograremos que ceda.

RB

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno tu post y sobretodo muy buena la analogía!!

Rafael Bello dijo...

Muchas gracias por el comentario, ojalá tengamos pronto un motivo para celebrar juntos, todos los venezolanos.