jueves, 18 de agosto de 2011

Desde el exilio

No siempre, aunque así lo pensemos, estamos tomando decisiones. Muchos son los casos donde creemos haber decidido algo, pero sencillamente fue la realidad la que nos impuso la respuesta. Hoy, precisamente estoy enfrentando ese dilema. 

Desde hace un tiempo he venido pensando en la idea de salir de acá, de exiliarme. Aunque no ha sido fácil, creo que por fin me decidí: Les estoy escribiendo desde el exilio. 

Desde el sitio donde me encuentro las cosas no se ven fáciles, pero créanme que tampoco se ven tan difíciles como cuando estamos ahí, adentro, consumiéndonos a diario con una realidad que resulta agotadora. Desde este sitio, veo oportunidades que se nos hacen invisibles entre la neblina de polarización que nos cubre a diario en Venezuela. En este exilio voluntario veo más oportunidades que amenazas y sorprendentemente veo mucho más puntos de encuentro de los que creía que podían existir. Desde acá es más fácil creer en un país multicolor y de hermanos. 

La decisión de exiliarse no es una respuesta desesperada al caos que enfrentamos como sociedad, no es una renuncia a mis responsabilidades como ciudadano ni mucho menos una falta al compromiso que he asumido con mi país de trabajar sin descanso por un presente y un futuro de progreso. Por el contrario, esta decisión es justamente la pieza que le faltaba al engranaje para poder funcionar. 

¡Hoy he decidido exiliarme en la Tolerancia! En esta tierra de infinitas oportunidades, no hago más pensar en el espacio que tenemos para recibir a casi 30 millones de venezolanos, donde los colores se fundan en una misma bandera que ondeemos orgullosos; en este sitio tenemos la posibilidad de construir una Venezuela mejor. Aquí vemos con buena cara al que piensa igual y al que piensa diferente, porque comprendimos que todos somos necesarios para lograr lo que queremos. Necesitamos mucho más que ciudadanos activos, hace falta gente respetuosa del pensamiento contrario, gente que sepa ver en las diferencias una oportunidad para generar puntos de encuentros. Necesitamos creer en la reconciliación de forma genuina y no solamente como un recurso discursivo. 

Nos tocó la hora de dar un paso al frente y generar cambios donde sólo se ha generado desesperanza. Les pido a todos que reflexionemos y nos refugiemos en la tolerancia. La hostilidad no nos conducirá a otro destino distinto al fracaso y este país, bien vale la pena lucharlo.

RBR

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafa,

Uff! Me asustaste. Aunque en realidad yo sí he entrado en el dilema de exiliarme. De cierta manera ya lo estoy, para mi es más fácil -por ejemplo- quedarme en mi casa, no salir a rumbear, no salir a comer, o frenarme en muchísimas cosas por el miedo que me da estar en la calle.

Miedo que a ratos lo dejo encerrado en mi casa porque así no se puede vivir, pero de a ratos también se escapa y me persigue. No sólo es el miedo a la inseguridad sino también al miedo de no poder vivir sola porque los reales no dan, no poder comprar lo que quiero en Farmatodo porque cuando entras parece que hubiesen saqueado todo lo mismo con los supermercados.

Espero que todos entendamos que con granos reales y sinceros de arena podemos salir de esto, con un poco de ayuda como en maximización de puntos podemos todos sumar más a al juego y no restarnos puntos por querer ganar unos por encima de otros. Total, no estamos en condiciones de juego (democracia) normales.

Gracias por tus reflexiones :)

Besos,

Lau

Creer ES Poder dijo...

Me sumo a esa cruzada; entiendo que cualquier escenario que querramos para nuestra Venezuela pasa porque seamos un Pueblo Unido; la Unidad y el Respeto al Otro es lo que nos puede permitir ser un Pueblo Grande.

Rafael Bello dijo...

Laura, Antonio, mil gracias por sus comentarios. Sigamos construyendo ese país que soñamos.

Un fuerte abrazo a ambos.

RBR