jueves, 23 de junio de 2011

La Universidad del crimen

Es decepcionante cuando la realidad de un país está escondida tras las rejas de un penal y sale a la luz con hechos trágicos, sin la compañía de propuestas certeras que nos permitan imaginar soluciones posibles. La situación que se está presentando en el Rodeo I y II confirma lo que muchos venezolanos, ajenos o cercanos a la realidad penitenciaria del país, nos suponíamos o en muchos casos, sabíamos con propiedad: las cárceles en Venezuela son una incubadora de criminales. 

Las razones por las que cada uno de los reclusos esté hoy en el Rodeo I y II debería ser justificada y repudiada por todos, sin embargo, su estadía en la cárcel no puede ser concebida como su maestría en la Universidad del crimen. Las cárceles debemos pensarlas con un carácter profundamente humano, indistintamente de las acciones deshumanizadas que ejecutaron quienes se encuentran recluidos en ellas. Un centro penitenciario debería formar a los reclusos para su futura reinserción en la sociedad, para que se conviertan en actores de una política de paz que permita disminuir los niveles de violencia e inseguridad a los que estamos sometidos. Los ejemplos de las personas que han salido de las cárceles totalmente reformados nos deben invitar a creer que sí es posible salir de un centro penitenciario siendo una agente de cambio positivo en su entorno. Muestra de ello es, por ejemplo, un gran amigo y digno ejemplo a seguir, Gilber Caro. 

Mientras las cárceles sigan convertidas en un campo de batalla donde la supervivencia de los reclusos cuesta altas sumas de dinero, seguiremos viendo como sus familiares recurren a medidas similares (hampa común, secuestros, extorsiones) para cubrir los gastos de estadía. Por otro lado, la complicidad e ineficiencia de las autoridades gubernamentales encargadas del resguardo de las cárceles se ve reflejada en el tráfico de armas, municiones, drogas, alcohol y dinero que circula libremente por los penales (pasando por una alcabala oficial que bien vale hacerse la vista gorda). La suma de estos factores hace de cada penal en Venezuela, una bomba de tiempo. 

Ahora bien, algo que debe preocuparnos a todos y en especial a los civiles de este país, es la poca o casi nula capacidad de nuestras Fuerzas Armadas para solventar la situación que se vive en las cárceles. Hemos visto como nuestros oficiales “juegan” a ser un comando de fuerzas especiales tratando de desarmar a los reclusos del Rodeo I y II, propiciando muertos y heridos en ambos bandos. Ante esta penosa situación, es pertinente reflexionar y preguntarnos si un gobierno con ínfulas guerreristas pretende resguardarnos con este intento de Fuerzas Armadas o si tenemos algún equipo de reserva para situaciones de “alto calibre”. No lo sé y sinceramente no lo quiero imaginar, dejo abierto el debate.

RBR

2 comentarios:

JC dijo...

Muy bueno Rafa!, 2 puntos importantes que la gente debe tomar en cuenta son: 1) El Rodeo es el penal en donde "se destapo la olla", pero de seguro lo mismo pasa en todos los centros penitenciarios del país. 2) Por otro lado, si en un espacio reducido, con una poblacion 100% identificada y una fuerte cantidad de efectivos dedicados a cuidar de esta gente desfilan armas, drogas y etc, Que esperanza podemos tener los que salimos todos los dias a la calle,que no tenemos escoltas como los personajes del gobierno ni la suficiente cantidad de efectivos que nos cuiden del hampa?.

Saludos

JC

juantelecom@gmail.com

Rafael Bello dijo...

JC, mil gracias por tu comentario mi pana. Secundo cada una de tus palabras. Valioso aporte.

Un abrazo,

RBR